la herida entre madres e hijas

La herida entre madres e hijas

Madres e hijas necesitamos recuperar una imagen de nosotras digna y bella. El tiempo de Lammas, es el que más nos abre el corazón a sanar la herida entre madres e hijas. Ya que es cuando la Naturaleza, como una madre, nos entrega los frutos de su generosidad.

La relación con tu madre no es solo un asunto personal. Se necesita llegar a la comprensión profunda de que entre ella y tú hay una herida que pertenece al desequilibrio en nuestra cultura. Aunque no nos demos cuenta, las mujeres nos sentimos huérfanas de madre a un nivel espiritual. Esto ha ocurrido generación tras generación y muchas veces acabamos haciendo de madres de nuestras madres.

Comprender la Herida Cultural

Vamos a analizar el efecto de la influencia del Patriarcado en nuestra función como madres. Algo sumamente importante y de lo que se habla muy poco. Por ello te acerco aquí algunas claves en tu camino como Madre Nutridora, más allá del contexto en que asumas este rol.

Cómo Hemos Llegado Hasta Aquí

Ser madre en el mundo occidental es tremendamente difícil. Sobre todo porque la misma cultura que nos desconecta de nuestra naturaleza salvaje es la que luego  espera de nosotras que seamos naturalmente madres. Por otro lado se espera que sigamos siendo igualmente productivas tanto en el mundo como en casa. Y lo peor es que apenas se habla de ello. La mujer ha asumido que es el precio que ha de pagar para sentirse igual al hombre. Pero, después de unas décadas tratando de ser superwomen, muchas de nosotras estamos replanteándonos la vida. Algunas estamos comprometidas con el cambio de paradigma y esto, aun a muy pequeña escala está impulsando cambios profundos.

La cuestión ahora es tomar nuestro poder de una forma madura, para no hacerlo desde nuestro pequeño patriarca interno y acabar reproduciendo en nuestra vida aquello que queremos trascender, o bien irnos al otro polo de lo que ha sido la generación que nos precede.

La Rivalidad Entre Nosotras

La herida cultural tiene como consecuencia que continuamente nos estemos comparando con l@s demás. Esto es algo generalizado, no solo nos afecta a las mujeres, los hombres también se sienten presionados a competir y esto puede vivirse como una gran presión. En vez de experimentar la hermandad y el apoyo entre nosotras  en la tarea de sostener la vida, creemos que tenemos que ser capaces de hacer casi todo solas.

Antiguamente las mujeres sostenían sus comunidades juntas. El círculo como base de la vida, crea la hermandad. Todos y todas alrededor, a la misma distancia del centro. ¡Qué distinta era la crianza compartida! Entonces no teníamos una madre sino varias, y no había inconveniente en que fuera así. La cocina, las labores de artesanía, el cuidado de la prole… todo era más sencillo cuando colaborábamos y compartíamos. El liderazgo basado en la sabiduría de la experiencia se otorgaba a quienes tenían papeles decisivos para el bien común.

En la actualidad las mujeres competimos continuamente (muchas veces de forma inconsciente) por ser la más hermosa, la que se lleve al hombre más atractivo o con mejor posición económica y social. Competimos también por tener mayor estatus y también por ser la mejor madre.

Haga lo que Haga, Nunca es Suficiente

Este patrón interno nos separa y crea mucha insatisfacción. Cada vez que alguien a nuestro alrededor no está a la altura de lo que consideramos, el crítico interno se lanza contra él o ella. Cada vez que no logramos lo que nuestros esquemas mentales dictan, surge el crítico interno para lastimarnos.

Cuando una mujer siente que no es capaz de llevar a cabo lo que se espera de ella surge un sentimiento de inadecuación, que es la puerta de entrada hacia la vergüenza. La tendencia es a hacerse pequeña, a no pedir ni expresar lo que se siente por miedo al rechazo. Una mujer puede así mantener un estado de sumisión e indefensión que le llevará a generar ansiedad, apatía y cuando es prolongado en el tiempo, a estados depresivos.

Las mujeres con temperamento más fuerte y reactivo pueden vivirlo como una amargura que se proyecta en las relaciones personales, a menudo con cinismo, sarcasmo y hostilidad, generando conflictos interpersonales. También puede tratar de evadirse a través de adicciones y actos compulsivos.

Independientemente de la personalidad de cada una y de la forma disfuncional de afrontamiento, suele haber una esencia común:

Sentir la Falta de Valía Personal

En muchas ocasiones, una mujer puede sentirse culpable de lo que le ocurre a su madre cuando ve que la experiencia de la maternidad le ha llevado a un patrón de excesivo servicio a su familia y ha perdido la ilusión de realizarse fuera del hogar. Este sentimiento puede hacer que una no se sienta merecedora de una vida más plena, como si traicionara a su madre si no siguiera su misma suerte. Pero esto a menudo se mueve a un nivel muy inconsciente y una simplemente no sabe porqué a pesar de poner todo su empeño, no logra realizarse, tiene una alta tolerancia al maltrato o no se da  el cuidado personal que necesita. Estamos frente al autosabotaje que tan difícil nos resulta detectar.

Bert Hellinger, a través de las Constelaciones Familiares, explica que es necesario atravesar la sensación de culpa por no continuar los patrones familiares. Solo así podremos crecer y desarrollarnos. Cuando nos negamos a ser como nuestra madre, iniciamos un movimiento evolutivo. El problema es que confundimos el patrón de pensamiento y conducta, con el ser humano que es nuestra madre y lo que hacemos finalmente es rechazarla a ella. Pero se trata de poder soltar el patrón manteniendo a nuestra madre en el centro del corazón, sabiendo que ella es mucho más que lo que vemos. Entonces nos podremos permitir pensar y actuar diferente. Esto se puede llevar a cabo incluso si ella no lo aprueba o entra en rivalidad.

Atreverse a ser una misma

En la mayoría de los casos atreverse a “ser una misma”, mueve tan profundamente las estructuras familiares que genera cambios duraderos en el tiempo. Incluso aunque las creencias de la madre no cambien, las siguientes generaciones tienen el camino abierto para cambiar.

Por esto es tan importante que nos propongamos superar obstáculos e ir hacia la afirmación de nuestro potencial. Aunque la madre lo viera como un rechazo personal, aunque una sienta que pudiera perder su aprobación y apoyo, en lo más profundo, aún sin poder  expresarlo, cada madre desea la mayor felicidad para sus hijos.

constelación arquetipal

 Liberar Obstáculos al Desarrollo

Conocer los mapas del camino y detectar los tramos angostos puede ayudar a mejorar la travesía

La traba más común ante una madre no demasiado feliz es querer salvarla.

La tendencia entonces es a colocarnos como madre de nuestra madre, e invertimos los papeles. Esto crea un desorden que tiende a acrecentarse cuando la madre consiente o busca (desde su propia madre interna herida) que su hija llene sus carencias. Asumir este rol además es como poner un parche a un agujero, suele impedir que la madre resuelva su dificultad y esclaviza a la hija.

La clave es respetar las dificultades de la madre y permitir que viva su proceso a su propio ritmo. Si la madre es mayor, proporcionarle lo que necesite, siempre desde un lugar de hija. Dejando que tome sus propias decisiones.

Cuando una mujer afirma su propio potencial, su madre puede considerarlo un rechazo a lo que ella le ha enseñado, a los valores y la moral familiar. El freno aquí es temer que ese sentimiento de rechazo se vuelque sobre una misma perdiendo así el apoyo de la madre y el sentimiento de pertenencia a nuestro clan.

La clave aquí es estar atentas a este miedo y no dejarnos llevar por él.

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Puede parecer que cuanto mejor está la hija peor está la madre. Puede haber presión por parte de otras mujeres de la familia para que “pensemos en nuestra madre y no le demos disgustos” tratando de convencernos de que debemos complacerla y agradecerle todo lo que ha hecho por nosotras no contrariándola.

resignificando gabriella robles

La clave es centrarnos internamente para poder expresarle los motivos que nos llevan a una decisión diferente de una forma amable, sin alterarnos emocionalmente.

De esta forma el vinculo no se daña e incluso puede reforzare si le damos la comprensión y agradecimiento porque lo más importante en la vida nos lo ha dado. Darle el valor. Si nos sentimos brillar más que nuestra madre, si somos más cultas o tenemos más recursos, la convivencia puede volverse un tanto complicada. Si nos colocamos como: “yo sé más” o “lo mío es lo mejor” vamos a sentir una separación de ella puesto que nos colocamos como demasiado grandes y aunque no sea nuestra intención la empequeñecemos.

La clave es respetar profundamente su punto de vista escuchándolo con atención plena y neutralidad. Es su verdad y tiene tanta validez como la nuestra.

Por ello hablar siempre en primera persona sobre lo que sentimos o pensamos, como nuestra verdad personal no como algo que debe de ser así para todo el mundo. Estar abiertas a lo que nos pueda aportar su verdad, ya que podemos habernos cerrado debido a experiencias anteriores en que hayamos cedido en lo que no queríamos.

disfrutando gabriella robles

Dentro de nosotras hay una niña, dentro de nuestra madre también. El peligro aquí es cuando se encuentran las dos niñas heridas y se hacen daño mutuamente.

elderando gabriella robles

La clave es la atención plena para detectar la propia necesidad y poder hacernos cargo de ella.

Dejar de pretender que nuestra madre tenga que ejercer como Nutridora de por vida. Sentir la necesidad del apoyo emocional de la madre puede ser un freno grande. Se necesita mucho amor para hacernos de madre, apoyarnos y buscar otros apoyos entre iguales. Esto es fundamental para soltar cualquier dependencia de ella.

Todo esto es tan importante para nuestra vida como hijas como para nuestro papel como madres. La forma en que asumimos a nuestra madre personal da lugar a la manera en que afrontamos nuestro papel de madres de criaturas y de proyectos…

Necesitamos elaborar el duelo por la madre que no tuvimos y nunca tendremos. Eso liberará a nuestra niña interna y la permitirá crecer para afrontar su papel como madre de una forma más libre y comprensiva consigo misma y con sus criaturas.

Cómo construir armonía interna

Como madres necesitamos reconciliarnos profundamente con todo lo que haya sucedido en nuestra infancia.

Llorar y atravesar el duelo por todo lo que no fue y ya nunca será

Darnos el cuidado, iniciar una terapia… No utilizar a nuestros hijos como confidentes de aquello que queda pendiente o de las dificultades personales. Mucho menos de dificultades con su padre y menos aún compartir intimidades de pareja, (por más inocentes que parezcan).

De este modo los hijos no se sienten involucrados en lo que no les corresponde.

Asumir y respetar el proceso evolutivo de las hijas e hijos

Sucede con frecuencia que aquello que una no ha podido desarrollar en la vida se proyecta hacia la vida del@s hij@s. Hacer conscientes estas ilusiones y expectativas que hayamos generado sobre ell@s nos va a ayudar a dejarlas atrás para permitir que ellos sean seres completos e independientes de lo que nosotros queramos o esperemos. De este modo podemos darles los permisos para seguir sus propios sueños y/o realizar su proceso evolutivo sea el que sea.

No somos amigas, solo guías por un tiempo

Cuando no pretendemos ser amigas de nuestras hijas/os, facilitamos que busquen sus propias relaciones entre iguales. Nuestro papel es el de traer al mundo y en la medida de lo posible ayudarles a pensar por si mismas/os y desarrollar su propia brújula interna.

Llegado el momento en que estén preparados, soltarlos para que puedan abrir sus alas y volar lo más libres que puedan.

Amor incondicional, apoyo condicionado

El amor de la madre es como el amor de la Diosa misma, no depende de lo que el hijo o hija haga. Siempre está. Sin embargo no debemos confundir el amor con el apoyo o servicio que les prestamos por un tiempo. Si bien las primeras fases de la crianza piden que lo demos todo por ell@s, poco a poco hemos de ir alentando a que desarrollen su propia generosidad, colaborando con las tareas del hogar, e ir tomando responsabilidades respecto a lo que hacen.

No somos Súperwoman, somos humanas

Si tenemos un alto nivel de exigencia personal vamos a querer dar una imagen de estar siempre dispuesta a alimentar, a cuidar, a dar el amor, a tener paciencia… Esto alimenta el paradigma actual en que tenemos que serlo todo para todos. Por eso es importante que expresemos nuestros sentimientos en los momentos tensos para que puedan vernos como un ser humano y desarrollen su propia sensibilidad y capacidad empática.

Si nos hemos estado conteniendo, es posible que temamos que al expresar salga nuestra ira como un volcán. Por ello es necesario darnos otros espacios para la gestión emocional, de modo que nos podamos mantener más neutras en nuestra comunicación con ell@s. Esto hará que nuestro mensaje sea mejor recibido que si lo cargamos de emociones densas, y por supuesto, es mucho más sano. 😉

Es humano tener un mal momento, no te critiques, aprovecha para indagar sobre el proceso que te ha llevado hasta ahí, para no volver a tomar ese camino.

Buscar grupos de apoyo y terapia

Las mujeres necesitamos entornos seguros donde poder expresar nuestro dolor. Encontrar una comunidad basada en los valores de la auténtica feminidad, donde nuevamente podamos sentir el apoyo y entrenemos el dejar de compararnos unas con otras. Dejar caer máscaras para que pueda emerger el propio rostro porque nos sentimos aceptadas.  Soltar sobreesfuerzos y darnos el descanso y el apoyo mutuo. Despertar la creatividad y el disfrute desde la conexión con una misma y con l@s otr@s.

Los círculos de mujeres cumplen esta función siempre que sean liderados desde la consciencia. Cuando se necesita un trabajo interno más profundo, la mujer debería darse el cuidado de poder recibir una terapia y acompañamiento profesional en el proceso de sanación e integración personal. Esto es cmo un proceso de ajustado de lentes para poder ver lo que tenemos delante de una forma más clara y nítida. O como afinar nuestro instrumento para que pueda sacar sus verdaderas notas con para una música deliciosa y rica en matices. Estas pueden ser las mejores inversiones para la creación de la vida que vinimos a Vivir.

Ir dando luz a la Madre Oscura

En la medida en que no nos conozcamos a nosotras mismas, vamos a actuar de forma inconsciente desde lo que Jung llamó la sombra. La sombra es un complejo del inconsciente personal y colectivo que contiene todo aquello con lo que no nos identificamos o rechazamos de nuestra persona.

Decimos que la sombra es oscura puesto que aún no le ha llegado la luz de la consciencia. Todo aquello que no está aún integrado en nuestro linaje familiar que nos dirige sin que nos demos cuenta simplemente porque no lo vemos. La tarea aquí es comprometerse a mirar y aceptar estas partes escindidas de nuestra personalidad. Esto es un proceso tan profundo como necesario, puesto que al formar parte de un inconsciente colectivo la integración personal es también un nuevo input en el paradigma cultural vigente.

A mayor integración personal, mayor conexión espiritual

Conforme vamos recorriendo los rincones oscuros de nuestra psique, nos convertimos en mujeres más completas. Atravesar nuestros paisajes umbríos permite que vayamos accediendo a nuestra esencia, al Ser que Somos y a la Divinidad que nos habita. Podemos ser recipientes de lo Sagrado Femenino y también de lo Sagrado Masculino, puesto que nada está separado a este nivel.

Dejamos de darle tanta importancia a aquello que antes nos desestabilizaba, no porque pasemos de ello, sino porque dedicamos nuestra energía hacia lo creativo y constructivo.

A través de la conexión espiritual surge un poder sabio

Este es el verdadero empoderamiento, tener acceso a todo el potencial. Ser mucho menos influenciable por los dictados de una cultura enferma y poder aportar algo de frescura. Aparece así mayor libertad y con ella la responsabilidad de hacer un buen uso de ella. También mayor compasión por el mundo y sus procesos pues nuestra experiencia interna se parece mucho a lo que ocurre en nuestro bello planeta.

Reconocerse a un nivel profundo abre la puerta de la confianza en la vida. Una comprensión profunda de que llegaremos hasta donde tengamos que llegar y de que algo nos apoya mientras tanto.

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El vínculo con la madre es el Vinculo con la Vida

La madre, además de ser la puerta de entrada a este mundo, también es nuestra primera relación en él.

Así como esta mujer se asienta en nuestro corazón, así pueden asentarse las demás relaciones. Si la herida con la madre está sanada, tenemos los cimientos para todo lo demás. Como mujeres accedemos al manantial de energía femenina que vibra en nuestro ADN. Nos volvemos transmisoras de este legado para l@s más jóvenes y apoyamos el proceso de evolución colectiva

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